martes, 16 de noviembre de 2010

Berrinches y bochinches

Acabo de acordarme que aún tengo un blog, se me había pasado por completo, como aquella vez que me dejé el gas abierto toda la semana y luego resultó que teníamos encimera eléctrica. Ya está llegando el invierno a Hasselt, hace un poco más de frio y se nota que está llegando la navidad. Hoy en el autobús he visto que han montado una miniciudad navideña en una plaza y la gente va cantando villancicos por la calle. La entrada de hoy tiene de especial que estoy escribiendo desde la universidad minera de Hohomer, donde para tener unas instalaciones tan pésimas tienen una conexión que me abre las páginas web antes de que haya pensado en abrirlas. Creo que es porque los estudiantes belgas aún no han descubierto que es el JDownloader. Pero tranquilos, ya me encargo yo de ocupar el ancho de banda, no me imaginaba que las películas se podían bajar a 2 MB/s, ya no me cabe nada más en el disco duro.



La bicicleta sigue en un estado óptimo y mi manejo ha mejorado bastante, ya soy capaz de cogerme a las farolas para detenerme en los pasos de cebra. Lo que pasa es que es el único método que tengo, porque la bici está ya para el arrastre, me fallan los frenos delanteros y traseros, y no sé cómo he conseguido hacer que la dinamo no toque la rueda de la bici. Así que resumiendo, voy sin frenos y sin luces, la forma más rápida y discreta de llegar a los sitios, sobre todo si es de noche. Mañana mismo veré si la puedo arreglar.



El clima aquí está mejorando mucho, Hasselt tienes unas propiedades geográficas más extrañas que la isla de Lost o el pueblo de M. Poveda. Ahora mismo son las 13:05 del 16 de noviembre y no he visto el Sol, y no es que esté nublado, es a causa de la niebla que evita que vea más allá de tres pasos, sin querer he pisado a tres belgas y me he tropezado con un carrito de la compra, luego ya queriendo he pisado a otros dos y he derribado tres carritos más. Por no comentar la furia de Dios que sufrimos la semana pasada. Empezó a llover el miércoles y acabó el sábado por la noche, los de la residencia estábamos más desesperados que Jack Torrance y Ricardo Bofill.

De momento no hay mucho más que contar, espero que hayais pillado los chistes proque sino ésto no os habrá hecho ni puta gracia.